Periodismo y teletrabajo en tiempos de pandemia

“La organización del futuro puede que no sea una corporación permanente, sino más bien una red elástica”. Hace un decenio, las palabras de los economistas reputados Thomas W. Malone y Robert J. Laubacher ya presagiaban un futuro laboral y empresarial flexible, en el que el teletrabajo cobraría mucho protagonismo.

Trabajar en remoto no es nada nuevo en media Europa. Tampoco en países como Estados Unidos. Pero sí relativamente en España, donde el término ‘teletrabajo’ ha entrado con fuerza en nuestro ámbito laboral a la par que lo hizo el SARS-CoV-2 en nuestras vidas.

Hoy el teletrabajo es una realidad para muchos sectores de actividad españoles a causa de la pandemia. El confinamiento estricto de marzo y las siguientes llamadas a reducir al máximo la movilidad han calado en muchas profesiones que pueden permitir el trabajo a distancia, entre ellas el periodismo.

Sin embargo, hasta hace bien poco España era un país donde se practicaba el culto a la presencia en el trabajo, declarando una falta de gusto de empleadores y trabajadores por el teletrabajo. Los primeros, porque entendían que la presencia en el puesto de trabajo facilita la supervisión sobre el trabajador y también su conexión con el respecto a los objetivos y cultura de la empresa. Los segundos, porque consideraban que trabajar fuera de la oficina difuminaba las fronteras entre vida profesional y privada, o porque podría suponer un hándicap para la promoción profesional o implicaba una prolongación de los tiempos de trabajo.

En definitiva, prevalecía una visión negativa sobre el teletrabajo a pesar de que los empleadores reconocían el ahorro de costes que podía suponer, mientras los trabajadores destacaban la autonomía en la gestión de su tiempo de trabajo que podía proporcionar. Ya incluso antes de la pandemia, la irrupción con fuerza de esta nueva forma de trabajar era una constante en los medios de comunicación, en los que el teletrabajo comenzaba a ser noticia.

Antes de la pandemia, teletrabajan sólo un 8% de los trabajadores, en torno a un millón y medio de personas. Hoy la tendencia es al alza / A3 NOTICIAS (2018).

Todos los resquemores previos parecen haber sido barridos por la COVID-19. De acuerdo con datos de Eurofound, antes de la pandemia era un 16% de la población española la que acostumbraba a trabajar desde su domicilio. En estos meses de emergencia, el porcentaje de población que trabaja desde casa prácticamente se ha duplicado y ya es un 30,2%.

La pandemia parece haber actuado como una especie de empujón para que España considerase el teletrabajo como algo deseable. Ahora parece evidente que el empleo fuera de las paredes de la empresa ha llegado para quedarse. Pero debemos estar vigilantes para que no se convierta en excusa y que muchos –y, sobre todo, muchas- trabajadores tengan una doble carga en casa al combinar el trabajo doméstico y el empleo remunerado. El teletrabajo no se pude contemplar estrictamente como una medida de conciliación: hay que recordar que existe un horario, un tiempo de descanso y el derecho a la desconexión.

Este nuevo concepto del sentido de las relaciones laborales puede suponer para muchas regiones españolas una oportunidad para ganar y fijar población. Pero, precisamente por eso, reivindica garantías para una conexión y tecnologías de calidad en todas ellas, así como fomentar planos de formación para la digitalización y las competencias tecnológicas de los trabajadores en las empresas.

El teletrabajo no es una ocupación solitaria en la que permanezcamos aislados. Aunque físicamente distanciados unos de otros, formamos parte de un equipo y necesitamos dinámicas de trabajo y herramientas digitales de colaboración para que nuestra labor sea eficiente. También un marco jurídico, pues aunque el teletrabajo estaba ya regulado lo hacía de una manera dispersa y un tanto laxa.

El 16 de julio de 2003 se suscribió el Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo, cuyo contenido se trasladó a España por medio del Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva del año 2003. A ello se suma el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores, que regulaba el trabajo a distancia. También el artículo 88 de la Ley de Protección de Datos Personales y de garantía de los derechos digitales reconoce el derecho a la desconexión digital, incluso en el caso de realizar teletrabajo.

Este universo normativo se ha visto sacudido por la pandemia y los gobernantes han reaccionado convirtiendo a septiembre de 2020 en un mes para la historia de la legislación laboral española. Ahora tenemos un acuerdo en el marco de la función pública que normaliza el teletrabajo en este ámbito y un Real Decreto Ley que regula el teletrabajo en España.

Entre sus aspectos más destacables están que la nueva norma no se aplica a quienes teletrabajen de manera esporádica, tan sólo a quienes lo hagan como mínimo un 30% de su jornada en un período de cómputo de tres meses. También deja claro que el teletrabajo siempre es voluntario para trabajador y empresa, de manera que no puede ser elegido por el primero ni impuesto por el segundo, sino que debe ser fruto de un acuerdo que debe formularse –además- por escrito. El teletrabajo es también reversible, de manera que en cualquier momento empleador y trabajador pueden acordar volver a trabajar íntegramente desde los locales de la empresa.

La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, explica las claves de la normativa de teletrabajo aprobada por el Gobierno / La Vanguardia – La Moncloa (2020).

Rueda de prensa informativa posterior al Consejo de Ministros pulsando aquí.

La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y la de Pequeña y Mediana Empresa han calificado la normativa como “un texto desequilibrado, de enfoque errático, apartado de la realidad del tejido productivo y de las necesidades de las empresas y los trabajadores”. Sin embargo, desde las organizaciones sindicales han aplaudido mayoritariamente la norma, pues formaba parte de sus reivindicaciones históricas, reclamada con más fuerza a raíz del surgimiento de la pandemia.

El recién reelegido secretario general de UGT en la Ciudad Autónoma de Melilla y voz autorizada por la dirección nacional del sindicato, Francisco Díaz, considera que la nueva regulación “es una de las más concretas y avanzadas de Europa, y sitúa a España en un lugar privilegiado en el entorno europeo en relación a esta materia”. Sin embargo, apunta a la necesidad de “darle vida en los centros de trabajo a través de la negociación colectiva a derechos tan importantes como el de la desconexión digital, el de la prevención, o el de la formación de la persona teletrabajadora”.

Díaz considera el teletrabajo como una “ventaja para aspectos tan esenciales como la conciliación familiar”. “Si desde mi casa tengo acceso a toda la información podré responder de forma rápida sin necesidad de acudir a mi centro de trabajo. Para las empresas esto fideliza clientes y seguidores o agiliza procesos con proveedores, sobre todo si tienen horarios diferentes”, comenta Díaz a 4journalism.

Pese a este optimismo, asegura que aún queda mucho camino por hacer pues “se debe avanzar mucho en la dotación de equipos y tecnologías o el correspondiente abono de gastos, que debe correr por cuenta de la empresa y no de los trabajadores”. Además, apunta al desarrollo de las tecnologías y su uso como dos de los agrandes aliados: “Las herramientas, si no se conocen, se aprenden rápido. Hay que formar más de todos modos en estas nuevas herramientas desde empresas, gobiernos y organizaciones sociales. El control sobre la jornada también lo facilita la tecnología. Hoy en día se puede fichar desde el móvil o el ordenador, por lo que se cumple perfectamente con la ley de registro horario. Todo va en función de las necesidades”.

El sindicalista ejemplifica que mientras “para algunos con un escritorio remoto es suficiente, en otros casos hay que hacer uso de soluciones Cloud o algunas otras”. Pero, sobre todo, Díaz apela a un concepto indispensable: el nivel de seguridad. “Los delitos cibernéticos cada vez son más frecuentes y avanzados, por lo que hay que poner los medios adecuados para que las conexiones sean seguras pero al mismo tiempo rápidas”, explica.

En cuanto a quienes se oponen al teletrabajo por las posibles sensaciones de aislamiento, el sindicato matiza que “éste puede ser un problema, aunque no debería”. En este sentido, asegura que “con la variedad de canales que tenemos hoy en día, el trabajador no perderá el ritmo de trabajo, podrá seguir manteniendo sus reuniones o llamadas diarias. Para ello es necesario establecer unos canales de comunicación con sus compañeros, ya sea por medio de teléfono, chat, videoconferencias…”. En definitiva, algo que haga ver al trabajador que no está solo, que forma parte un grupo.

Parece, pues, que el teletrabajo aporta más beneficios que contraindicaciones en todos los ámbitos. Y los números que aportan las recientes estadísticas o las mejoras que se argumentan frente al trabajo presencial así lo atestiguan.

Las dinámicas de grupo son una excelente herramienta para cohesionar equipos de trabajo remoto. Actividades que, desde la perspectiva de la psicología social, tienen con finalidad reforzar el entendimiento e interacciones entre los miembros de un equipo que trabajan a distancia. La red está llena de curiosos, divertidos y útiles ejemplos sobre este tipo de dinámicas. A ello hay que sumar de forma indispensable las tecnologías y herramientas digitales, que tampoco pasaremos por alto en 4journalism.

Al igual que en el resto de sectores, el teletrabajo pleno era -hasta hace no mucho- sólo una práctica puntual en la mayor parte de los medios de comunicación. Pero la pandemia también lo ha convertido en un estándar de emergencia cuya continuidad, más allá de la crisis, forma parte de la reflexión interna en muchos de ellos.

Una reciente encuesta del Instituto Reuters entre 135 ejecutivos y cargos editoriales de medios -algunos de ellos españoles- aflora perspectivas sobre su incorporación estable al periodismo y sus consecuencias. Los participantes tuvieron que responder, en primer lugar, acerca del efecto del trabajo en remoto sobre la eficiencia, creatividad y capacidad para crear o mantener relación entre los miembros del equipo.

Las tres cuestiones obtuvieron resultados desiguales y muestran un primer esbozo de las ventajas y los inconvenientes percibidos de la ausencia de espacio compartido: el 55% de los encuestados cree que el teletrabajo ha hecho más eficientes a sus redacciones, pero ese porcentaje baja al 34% a la hora de considerar que ha tenido un efecto positivo sobre la creatividad de sus integrantes; y apenas un 10% opina que haya hecho más sencillo crear o fortalecer relaciones en el seno de grupos de trabajo.

De los resultados de la encuesta, puede deducirse que el teletrabajo resulta en principio una buena fórmula para equipos formados por personas que de por sí se conocen bien y tienen una experiencia previa de colaboración, aunque puede dificultar los procesos de trabajo en caso contrario. Por otro lado, puede permitir esquivar problemas documentados en oficinas de planta abierta, como las dificultades para concentrarse a la hora de elaborar información debido al ruido y las interrupciones. Esas circunstancias generan a su vez dinámicas de aislamiento mediante auriculares y conversaciones vía chat que reducen la capacidad de generar las serendipias creativas que tradicionalmente se atribuyen a la presencialidad conjunta.

La creatividad no ha mejorado para la mayoría de los participantes en el estudio y en España varios directivos han insistido recientemente en diversos medios de comunicación en el valor del espacio compartido para estimularla en favor de la calidad de la producción periodística. Luis Enríquez, consejero delegado de Vocento, defendió en público que “en las redacciones se comparten ideas, se discute, se debate. En los departamentos de marketing surgen ideas pensando en equipo”; Javier Moreno, director de El País, dijo a sus periodistas en una reunión que “el debate intelectual se resiente en remoto”; y Nacho Cardero, director de El Confidencial, ha justificado el regreso de los periodistas a la redacción contra el criterio mayoritario expresado en una encuesta del Comité de Empresa porque le parece que “los temas son peores”, según una fuente interna.

Llama la atención también el caso de La Vanguardia, donde a mediados de octubre tuvieron que dar marcha atrás sobre el regreso de aproximadamente el 70% de la plantilla que se había producido semanas antes, coincidiendo con un repunte de casos de coronavirus en Cataluña y la recomendación del trabajo a distancia emitida por la Generalitat. Eso supuso la vuelta a la comunicación interna mediante videollamadas, teléfono, correo o chat, algo que casi ocho de cada diez encuestados por el Instituto Reuters consideran problemático para mantener un equipo cohesionado. Tanto la dificultad para hacerse entender como la ausencia de ambiente de camaradería y sus dinámicas asociadas (humor, conversaciones de ámbito personal, etcétera) componen un escenario en el que resulta –según estos directivos- mantener alineados y motivados a sus miembros.

Sin embargo, hasta un 54% por ciento de los trabajadores encuestados espera acudir menos a las redacciones cuando pase la pandemia. Apenas un 25% quiere volver a la dinámica anterior a la aparición del coronavirus, lo que a su vez explicaría que casi la mitad de ellos reconozca que sus empresas están planeando reducir el espacio que ocupan en sus oficinas. Sería la consecuencia lógica de la eventual implantación de un modelo híbrido que alterne presencialidad y trabajo en remoto, ya que el grado de ocupación de las instalaciones sería sensiblemente menor.

En algunos medios españoles están planteándose ya estas posibilidades, sin que de momento ninguno haya dado un paso suficientemente trascendental al respecto. El debate está abierto gracias a las medidas drásticas que los medios adoptaron tras la explosión de la pandemia.

Todos los medios adaptaron de improviso sus rutinas de trabajo. A modo de ejemplo, desde marzo y durante meses, la inmensa mayoría de la plantilla del diario El País trabajó desde sus casas, con las salidas necesarias a la calle, pero sin pisar la redacción. Fueron 425 personas, de las que 383 pertenecen a la redacción. A la sede apenas acudieron durante meses los guardias de seguridad, el servicio médico, mantenimiento, servicios generales y un retén informático. En total, unas 20 personas.

Todo se hizo desde el domicilio de los periodistas y la cadena de producción no se quebró en ningún momento. ¿Qué supuso esto?: mantener la edición web permanentemente actualizada; coordinar un directo informativo que leen millones de personas y en el que participan decenas de periodistas; mantener las cuentas en redes sociales -7,4 millones en Twitter; 5,6 millones en Facebook; o 800.000 en Instagram–, que representan un canal de comunicación constante y esencial con los lectores; grabar un podcast cotidiano, editar newsletters, imaginar gráficos novedosos o actualizar datos, seleccionar y publicar miles de fotos; escribir recomendaciones culturales cotidianas… Sin olvidar una edición de papel diaria, que debía ser diseñada con cuidado y cerrada en hora, más los diferentes suplementos semanales. Y, naturalmente, salir a buscar historias.

Así trabajan los periodistas del diario El País durante la pandemia / EL PAÍS (2020).

El periodismo freelance, entendido no sólo desde un punto de vista laboral sino también de posibilidades de trabajar para distintos medios sin pertenecer a ninguno, tampoco tiene en España probablemente el peso que pueda tener en algunos otros países como Estados Unidos. Lo afirman en nuestro país quienes se dedican a ello y conocen de la trayectoria de esta tendencia en el otros lugares del mundo. En muchas ocasiones -afirman- ser periodista freelance en España ha requerido dar los primeros pasos entregando simultáneamente trabajos a unos y a otros hasta hacerse un hueco en un periódico u otro medio de comunicación a tiempo completo.

Según coinciden la mayoría de los expertos en relaciones laborales y en comunicación, la situación en la que van a quedar los medios tras esta crisis, con plantillas muy reducidas y carencia de especialistas en varias áreas concretas, abre una puerta a que los periodistas freelance de calidad ocupen un significativo espacio en el periodismo.

“El escenario que se presenta es favorable para los periodistas independientes”. Así lo indicaba recientemente el subdirector de Eldiario.es, Gumersindo Lafuente, en el webinar que ofreció sobre el periodismo durante el confinamiento. Lafuente, a preguntas de participantes, auguró cómo “los medios deberán contar con talento externo para adaptarse a la nueva situación”.

Meena Thiruvengadam, periodista freelance estadounidense, daba al poco de irrumpir la pandemia en Poynter.org algunas recomendaciones para periodistas independientes, en estos momentos de pandemia, no sin antes confirmar que lo que pensaba que era una inseguridad (no estar en plantilla de ningún periódico), ahora es una ventaja, porque permite diversificar las fuentes de ingresos, trabajando para diversos medios y escuelas, frente a los que perteneciendo a un medio concreto están siendo despedidos o han vistos recortados de manera importante sus ingresos. “Si tuviera un trabajo de tiempo completo en este momento, estaría preocupado por perderlo. En cambio, tengo alrededor de una docena de trabajos a tiempo parcial”, asevera.

Ilustrativa radiografía  sobre la situación actual del periodismo freelance en España / Cristian R. Marín – Universidad Miguel Hernández de Elche (2020).

En nuestro país, la visión en primera persona de esta forma de trabajar nos la ofrece para 4journalism David Blay. Con casi 15 años trabajando por libre a sus espaldas, el periodista residente en el barrio valenciano de Ruzafa se permite el lujo de apagar los datos móviles cada día a partir de las ocho de la tarde y pasar casi todas las tardes con sus hijas. Defensor del teletrabajo, la pandemia le ha colocado en primera línea, aunque no lo imaginaba exactamente así. “Siempre me he considerado un bicho raro y que mi forma de entender el periodismo era minoritaria, pero la pandemia ha convertido al teletrabajo en un futuro más cercano de lo que jamás habría pensado”, confiesa.

Muchas de sus reflexiones son, claramente, reveladoras: “Hay directivos de medios que se pasan 120 días fuera de la empresa. Esa gente, aunque no lo diga, en realidad le está diciendo a sus trabajadores: estoy mucho tiempo fuera de la oficina y puedo dirigir la empresa. Oigan, pues si sus trabajadores están todo el año en la oficina también podrían estar fuera y trabajar para su empresa perfectamente. Sin embargo, este tipo de perfiles son los que menos flexibilidad tiene con sus empleados”. Blay considera que estar en la calle o en casa “permite tener unas relaciones sociales que traen consigo muchísimas oportunidades”, además de bienestar personal. Y eso, necesariamente, se refleja en el trabajo.

Otra ventaja del teletrabajo o periodismo freelance que apunta Blay es la posibilidad de acceder a empleos que de forma presencial no serían viables: “Hay multinacionales holandesas que fichan a gente valenciana porque, lo que les a nivel de salario, un perfil senior aquí es lo que cuesta en los países bajos un perfil junior. Ellos saben que esa gente que vive aquí no quiere irse a vivir a Holanda. El  talento no entiende de distancias, estamos en un momento que necesitamos gente buena esté donde esté”, comenta.

Este gurú del teletrabajo nunca tuvo miedo a dejar un contrato para trabajar a su aire. Incluso si le ofrecieran un puesto ligado a un buen sueldazo dentro de una oficina afirma que se lo pensaría. “Les preguntaría por qué me quieren ahí metido y plantearía qué podemos hacer sin tener que estar presencialmente en un puesto concreto, que creo que es exactamente lo mismo”.

En este sentido, Blay cree que las redacciones físicas invitan a una mayor distracción o pérdida de tiempo, y que tampoco fomenta la confianza en los trabajadores: “Cuando dejas trabajar por libre conoces mejor a tus empleados, sabes qué necesidades tienen… Puede que atado a un lugar y un horario un trabajador no te diga que quiere recoger a sus hijos por la mañana o por la tarde, o que necesita hacer deporte para estar bien. Como empresario no lo sabes y esa persona, sin habértelo dicho, se quema y se va. Entonces dices: ¡pero bueno, podíamos haber hablado de esto antes”.

Blay destaca que trabajar por objetivos permite decidir el horario que se emplea y decidir cómo y cuándo la persona elige dedicar tiempo a lo que como persona necesita o la hace feliz. “Mientras cumplamos con los objetivos de nuestra tarea, nadie debiera preocuparse de si hemos trabajado cinco o diez horas para ello, ni dónde o en qué momento del día lo hicimos. Hoy con un ordenador y un teléfono, en el 60% de las profesiones, puedes estar conectado y trabajando”, añade.

Como especialista en teletrabajo, David Blay asesora a trabajadores freelance y a empresas sobre los beneficios en forma de ahorro, de productividad, de retención del talento e implicación de los empleados – Universidad de Navarra (2020).

Si efectivamente hay una necesidad de contratar piezas a periodistas freelance en este mundo post-pandemia, como parece que será, en función de las opiniones de muchos expertos, sobre todo por razones económicas, va a ser necesario también que se regule de manera especial el estatus del periodista freelance, para que las reglas del juego ayuden a contratantes y contratados, no perjudiquen a los empleados en medios, y no se precarice la profesión de periodista.

En este sentido se pronuncia para 4journalism la decana del Colegio Oficial de Periodistas de Andalucía e integrante de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Eva Navarrete, quien distingue entre periodistas freelance y periodistas que teletrabajan y aboga por mejorar la regulación normativa de la profesión como paso previo para garantizar, después, un teletrabajo efectivo.

Y es que, recientemente, la FAPE ha aprobado una propuesta para solicitar al Gobierno la creación de un epígrafe en Clasificación Nacional de Actividades Económicas que desarrolle la profesión periodística por parte de autónomos y freelances. Esto permitirá ser identificados automáticamente dentro del sector periodístico, sin que se produzcan agravios comparativos entre unos y otros a la hora de tributar o en los convenios aplicables al sector. Aunque la actual situación laboral provoca que muchos periodistas opten por el autoempleo, en España no existe un epígrafe concreto de la Agencia Tributaria, por lo que deben darse de alta en actividades tan diversas como artesanía, tauromaquia o marketing. De ahí la necesidad de crear un epígrafe propio, petición a la que ya se ha comprometido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Navarrete considera que lo que se ha dado durante la pandemia no es estrictamente teletrabajo, sino una forma de trabajar a distancia “debido a las imposiciones de la pandemia, algo a lo que ya estaban acostumbrados sectores como el de la tecnología pero no tanto en el periodismo tradicional”.

El Colegio de Periodistas de Andalucía alaba la nueva normativa pero advierte del importante trabajo que aún queda por delante para normalizar convenientemente esta nueva forma de trabajar entre los profesionales y las empresas del periodismo.

Por tanto, y pese a los recientes avances, desde todos los ámbitos de la profesión periodística se pone de manifiesto que aún queda mucho por regular para dar seguridad a esta pujante forma de trabajar en la comunicación.

El smart working es tendencia. Las NTIC se ponen al servicio del teletrabajo para que quienes están en esta modalidad den un paso más allá con el rendimiento óptimo de su trabajo y los objetivos de la empresa de comunicación. La magia de la tecnología nos permite estar presentes sin estar físicamente en un lugar, realizando nuestros deberes diarios a kilómetros de distancia y continuando con nuestras vidas.

A las pocas semanas de que comenzase la pandemia, Microsoft publicó el primer reporte de su nuevo Índice de Tendencias Laborales (Work Trend Index), que analizó cómo cambiaban los escenarios del trabajo en remoto cambiaban la forma en que nos conectábamos entre nosotros debido a la propagación del virus. Entre sus principales resultados se identificaba la importancia del uso del vídeo de modo que los usuarios de Teams activaban la opción del vídeo dos veces más seguido, los países e industrias más afectadas recurrían a los dispositivos móviles notando que el número de usuarios móviles semanales crecieron más de un 300% y que las personas trabajaban en horarios más flexibles, haciendo que el tiempo promedio entre el primer y último uso de Teams de una persona al día se incrementase en más de una hora.

Es evidente que esta crisis ha propiciado nuevas formas de conectarnos y ser productivos cuando tenemos que trabajar remotamente. Microsoft tuvo un nuevo récord diario de 2.700 millones de minutos de reuniones en un día. Esta cifra representa un incremento del 200% de 900 millones a mediados de marzo, demostrando el aumento en la demanda de tecnología que conecta y promueve una conectividad segura. Las opciones tecnológicas para este objetivo son muchas, pero ¿cuáles son las más útiles para el teletrabajo del periodista? En 4journalism exploramos algunas de las más completas o sencillas que se encuentran de manera gratuita en la web, válidas tanto para ordenador como teléfono móvil:

Teams. Durante el comienzo de la pandemia Microsoft anunció que daría acceso gratuito a la que es su plataforma de trabajo colaborativo. Esta versión te ofrece chat ilimitado, llamadas de audio y video, 10 GB de almacenamiento de archivo, 2 GB de almacenamiento privado, y colaboración en tiempo real de Office: Word, Excel, Powerpoint y Onenote.

Slack. Es una aplicación de comunicación para empresas, la cual te permite crear conversaciones por canales, organizándose según asuntos, proyectos, equipos o lo que tú consideres importante. Se integra automáticamente con otras apps que utilices como Drive, Dropbox, SalesForce, etcétera, permitiendo compartir archivos rápidamente. Esta app tiene una versión gratuita y dos versiones de pago (estándar o premium).

Toggl. Esta app te ayudará principalmente con la productividad, pues con ella puedes fijarte un tiempo máximo de trabajo en un proyecto o tarea, así puedes tener el control de los tiempos. Puedes usarlo desde la web o desde la app, asignar tiempos a determinados proyectos, tareas o clientes y así saber el tiempo que le otorgas a cada una. Toggl es una herramienta simple y atractiva que te ayuda a ser productivo sin estrés.

Google Keep. Es una de las apps más básicas pero sumamente esencial, que te ayudará a guardar desde el número de teléfono de alguien, la lista de actividades que tienes por hacer, hasta las tareas de tu redacción y repartirlas entre tus trabajadores. Una aplicación de notas bastante completa, siendo una mezcla de soporte multiplataforma y espacio para compartir documentos con otras personas; una función exclusiva que no es fácil de encontrar en la competencia son los recordatorios de nota basados en lugares.

LibreOffice. Para aquellos que no cuenten con programas tradicionales de Microsoft, existe esta opción altamente compatible con el resto de las existentes. LibreOffice es un paquete de software de oficina gratuito y de código abierto. Cuenta con un procesador de texto (Writer), un editor de hojas de cálculo (Calc), un gestor de presentaciones (Impress), un gestor de bases de datos (Base), un editor de gráficos vectoriales (Draw) y un editor de fórmulas matemáticas (Math).

Pero para que el periodismo en remoto sea productivo debemos contar con dinámicas adecuadas que posibiliten el funcionamiento de un trabajo colaborativo con la ayuda de las tecnologías. Cada empresa adecuará estas dinámicas a sus necesidades a razón de su tamaño, la dispersión geográfica y horaria de sus miembros o el ámbito sobre el que informa. Pero todas ellas deberían tener un esquema basado en el denominado acrónimo COAST, de Bruce Teeter: Connected, Organized, Accountable, Streamlined.

Una redacción conectada. Las reuniones por videoconferencia son vitales para la coordinación del equipo: mantienen a sus miembros informados y alineados, y a los proyectos en movimiento. También sirven para vernos las caras, socializar y sentirnos parte del grupo; algo importante cuando la distancia física no permite la interacción social de la redacción física. Conviene -por tanto- tener programadas reuniones virtuales regulares a las que acudir con una agenda definida de temas. Esto permitirá fijar tareas, tomar decisiones y establecer prioridades para continuar con el flujo de trabajo sin interrupciones posteriores para tratar algo que no quedó resuelto en la reunión. Además de Teams, otra opción sencilla para este tipo de reuniones es, sin duda, Google Meet.

Además, los miembros del equipo deben tener la posibilidad de comunicarse entre sí en cualquier momento de forma rápida y ágil. Slack es una excelente solución para ello, pues permite crear diferentes canales diferenciados para los diversos proyectos informativos e incorpora la capacidad de integración de aplicaciones externas. Otro aspecto esencial es el trabajo colaborativo con el que dos o más miembros del equipo puedan trabajar conjuntamente en un mismo reportaje o efectuar revisiones sobre el trabajo realizado por otros. Para ello existen diferentes suites de ofimática, entre ellas Google Docs.

Una redacción organizada. Estar bien conectados no basta para el óptimo rendimiento del equipo. Debemos estar también bien organizados, tener acceso a toda la información y los recursos necesarios para el trabajo. Un aspecto básico en esta organización interna es la gestión de proyectos y tareas. Para ello podemos usar alguna de las numerosas herramientas disponibles como Toggl para que cada miembro del equipo sepa en todo momento qué tareas tiene pendientes o las fechas límite de entrega correspondientes, y podrá comunicarse con los demás en relación con cada tarea sin necesidad de abandonar la herramienta. Otra opción para este fin es Asana.

Otra necesidad organizativa es el almacenamiento centralizado de archivos, un espacio donde todos puedan consultar, subir y descargar documentos y archivos multimedia y tenerlos organizados en carpetas por proyectos. Google Drive es una buena opción. Pero no hay organización sin una buena agenda que nos permita consultar y nos alerte de próximos eventos o tareas.

Google Calendar cumple esa función, con un calendario compartido en el que además podemos agendar las videoconferencias obteniendo un enlace automático a Google Meet y enviando notificaciones a los participantes.

Una redacción responsable. Las herramientas informáticas no hacen el trabajo por sí solas, por eso requieren del compromiso del equipo para aprovechar todo su potencial. Las reuniones virtuales pueden llegar a ser una pesadilla si alguien llega tarde a ellas con frecuencia o pide a menudo que se cambien de día y hora. La mensajería mediante herramientas como Slack será ineficaz si no respondemos a los mensajes con una prontitud razonable. El gestor de proyectos se convertirá en un tablero desierto si los miembros del equipo no se ocupan de ir dando cuenta del desarrollo y finalización de sus tareas. En definitiva, se trata de que todos seamos responsables, cada cual de lo suyo. Sin esto, la redacción en remoto no funcionará.

Una redacción optimizada. Las dinámicas y herramientas colectivas son una excelente ayuda. Pero tras esto queda el trabajo individual, las tareas específicas que cada uno debe llevar a cabo en solitario, que para sean rápidas y eficaces pueden servirse de una aplicación de notas como Google Keep, una herramienta de automatización de tareas como Zapier, un contador de tiempo como Toggl o un gestor de tareas personal como Trello, entre otras.

Existen numerosas aplicaciones y herramientas de todo tipo que nos pueden facilitar el desarrollo de multitud de tareas. Se trata de identificar las necesidades de nuestro medio de comunicación y encontrar las aplicaciones adecuadas. Porque la optimización de nuestro trabajo individual redundará en beneficio del equipo en una modalidad de teletrabajo que, desde el presente, vienen marcando ya las redacciones de los medios del futuro.

Lo que está por ver es cuántos cambios de los que ha impuesto el coronavirus en la forma de trabajar de los periodistas desde el mes de marzo son coyunturales y cuáles acaban asentándose de forma permanente. Puede que sea pronto para saberlo, pero parece claro que en algunos casos la redacción pasará a ser un espacio de conveniencia para que los periodistas puedan usarlos según sus necesidades, más que un lugar de trabajo al que acudir diariamente. Todo dependerá de la cultura de cada medio y de las resistencias internas de directivos ante un esquema flexible que requiere capacidades de gestión diferentes que los medios, a día de hoy y en muchos casos, no poseen.  

Sin embargo, sí parece muy claro que la pandemia supondrá, también para el mercado laboral, un antes y un después. Pero, ¿podemos atisbar si quiera cómo trabajaremos en nuestras empresas en el mundo post-COVID? Porque, ¿ha llegado el teletrabajo para quedarse? ¿Cambiarán definitivamente los horarios laborales? Son algunas de las preguntas que pone sobre la mesa el reciente informe del Future for Work Institute, un observatorio que ha sondeado a mas de 200 empresas españolas de diferente tamaño y sectores, también del ámbito de la comunicación.

La primera conclusión es que nos acostumbremos a no pisar las oficinas y redacciones en el futuro próximo aunque la situación sea de ‘normalidad’. Eso sí, todo apunta a que las jornadas serán todavía más largas. El informe ¿Cómo trabajaremos en nuestras empresas cuando termine la pandemia? recoge con cifras el avance irreversible del teletrabajo.

Una vez pase la pandemia y debido al teletrabajo, el tiempo de ocupación es otro de los factores llamados a sufrir cambios, como ya se está demostrando. Lejos de acortarse, las jornadas laborales serán más largas: quienes hagan sus tareas a distancia trabajarán un 18% más de su tiempo em comparación con lo que hacían en 2019. Es decir, más teletrabajo pero también más horas de trabajo.

Para el observatorio, no se observa una relación significativa entre el tamaño de las empresas y su propensión a permitir trabajar a distancia a una proporción menor o mayor de sus personas que por su trabajo podrían hacerlo. Tampoco con el tiempo que, en promedio, trabajan a distancia las personas a las que se les permite hacerlo”. Este tiempo de teletrabajo, por cierto, rondará el 30% de media, en línea precisamente con el umbral a partir del cual es de aplicación la regulación establecida en la reciente normativa de trabajo a distancia.

Las diferencias respecto al teletrabajo son también notables si lo que se analiza es el sector de actividad. Por sectores, las compañías que permitirán teletrabajar a una proporción mayor de su plantilla serán las de telecomunicaciones (87%), entre las que se incluye a los medios de comunicación tradicionales y los social media. Les siguen farmacéuticas (78%) o  banca y seguros (75%), siendo este último el que amplía más esa posibilidad respecto a 2019, según el informe.

Las propias empresas, en todos los sectores, anticipan más cambios en el futuro: aumento de la automatización de tareas y procesos (84%), descenso en el número de reuniones y encuentros cara a cara (83%), disminución de los viajes de trabajo (82%) y rediseño de los espacios de trabajo (70%).

Es evidente que el recién terminado 2020 será recordado también por el año que nos cambió la forma de trabajar. Así lo reflejarán los libros de historia e, incluso antes, lo harán los medios de comunicación y sus profesionales. Eso sí, posiblemente desde casa.